"Nuestro rostro lleva las huellas de cada uno de nuestros pensamientos, de cada uno de nuestros sentimientos, porque cualquier manifestación en el mundo sutil termina encontrando una expresión material. Esta ley de la materialización es una de las primeras verdades que enseñan los Iniciados a sus discípulos con el fin de que, tomando conciencia de su realidad, cada vez se vuelvan más prudentes, atentos y dueños de todos sus movimientos interiores. Cada pensamiento correcto o erróneo, cada sentimiento bueno o malo proyecta sobre el rostro una imagen, una forma o sólo una línea que le vuelve vivo, expresivo, armonioso... o al contrario. Y con el tiempo estas formas se incrustan. Por eso el discípulo que quiere recobrar su rostro divino debe vigilar sus sentimientos y sus pensamientos."
Omraam Mikhaël Aïvanhov