¿Qué tal estás? Espero que
muy bien, y que disfrutes mucho de esta preciosa semana que acabamos de
arrancar. ¿Qué tal has vivido esta semana que dejamos atrás? ¿Cómo te has
sentido? No sé si sabías que este pasado miércoles 26 de mayo vivimos una
increïble luna llena, y no lo digo solo porque es un espectáculo ya bonito de
por sí y digno de admirar (quién no se ha sentido cautivado por la magia de la
luna llena en un cielo despejado...), sino porque marcó el inicio de la
temporada de eclipses 2021 con un magnífico eclipse lunar en el signo de
Sagitario. Desde antiguo los eclipses nos han causado curiosidad y muchas veces
temor, dado que en un momento dado se oscurecía el cielo y no sabíamos
porque. Como parte del Universo que somos cualquier evento cósmico nos afecta de un modo u otro,
y un fenómeno excepcional como puede ser un eclipse puede desencadenar en
nosotros efectos insospechados (entre ellos acelerar eventos en nuestra vida. Pero
suceda lo que suceda, sea el evento astrológico que sea, en última instancia
nosotros siempre tenemos la libertad y posiblidad de elegir qué actitud y
efecto tendrá en nosotros, y cómo aprovecharlo a nuestro favor.
Repito: formas parte de un
Universo alucinante: todo es energía en distintos estados de vibración, y en
realidad no es nada más ni nada menos que información: al no destruirse nunca
sino siempre transformarse, existe en realidad una profunda interconexión entre
todo lo que existe en el Universo. Estamos interconectados con él, y captamos
contínuamente energía e información de la matriz con la cual estamos
conectados.
Cómo percibimos nuestro entorno tanto a nivel
consciente como inconsciente provoca una cascada de reacciones físicas,
químicas y biológicas que afectan a nuestro organismo de una manera u otra.
También se ha comprobado que todas las moléculas absorben y emiten energía, con
lo cual debemos contemplar que este tipo de comunicación es material y, a la
vez, energética. Esta percepción llega a nuestras células y a través de su
traducción en señales moleculares y energéticas es capaz de cambiar su
funcionamiento y hasta nuestro ADN. Con lo que, como decía el Dr. Bruce Lipton
(autor de la Biología de la Creencia, que te recomiendo) y muchos sabios de
épocas remotas han experimentado, “Lo que pensamos varía nuestra biología”.
También hemos descubierto que en Física
Cuántica se ha visto que las partículas son ondas de probabilidades, y que
a nivel microscópico pueden coexistir en muchos estados posibles a la vez con
una cierta probabilidad. Y cuando medimos u observamos la partícula, la
probabilidad desaparece y solo vemos una de las posibilidades posibles, que es
lo que también se conoce como “efecto observador”. De hecho, los átomos
son energías que se enfocan en un punto determinado para existir como tales.
En este preciso punto nos
podríamos preguntar… ¿Nuestra existencia viene predeterminada por destino o
bien tenemos la capacidad de decidir cómo se va a desarrollar el viaje? ¿O
mitad y mitad?
Referencia: Vero Fernandez, phD