Servir a Dios: no existe una aspiración más elevada. Pero entre los miles de millones de seres humanos que viven en la tierra, muy pocos se preocupan por saber cómo pueden realmente ponerse al servicio de Dios. Aquél que quiere servir a Dios debe comenzar trabajando consigo mismo con el fin de escapar de sus costumbres y de las del medio donde vive, donde se concede el primer lugar al éxito material, a los placeres y a las ambiciones.
Así sentirá cómo se despiertan en él nuevas necesidades, necesidad de instruirse, de perfeccionarse, de realizar su ser profundo. Y sobre todo, no se excusará en el hecho de que se ha puesto al servicio de Dios para ir a predicar a los «infieles» o perseguirles, como hacen algunos. Sólo se esfuerza en llegar a ser un modelo tal de sabiduría y de amor, que los demás, al verle, intentarán imitarle."
Omraam Mikhaël Aïvanhov
