Hermanos!!!! Que sigamos tejiendo las redes que
nos muestran activos en el Trabajo Uno.
Sin decaer, sin desmayar y con todo el amor
sigamos atentos a esta fusión intensa entre Espíritu y Materia que es, en
definitiva nuestra meta, nuestra vida. Hasta que nuestra forma -a la que
llamamos nuestra vida- que es materia, este totalmente integrada y en
perfecta síntesis con el Alma y la Monada, que es, en nosotros, el Espíritu.
Cuando los Maestros nos hablan de integrar la
personalidad, lo que nos quieren decir
es que seamos capaces de pensar (cuerpo mental), sentir (cuerpo emocional) y
actuar (cuerpo físico) en coherencia y equilibrio. A este proceso lo logramos
armonizando y haciendo que trabajen, como uno, tres niveles de densidad de la
forma, tres planos de sutilidad en la materia, nuestros cuerpos inferiores.
Cuando logramos este paso los demás nos ven como una persona coherente y
nuestra huella en la vida, está saturada de equilibrio. No estamos atrapados en
la inercia que nos inmoviliza y nos sostiene en nuestras propias comodidades, y
tampoco estamos corriendo de un lado a otro, sin parar, olvidados del propósito
de nuestras acciones, en el hacer por el hacer mismo.
Esto lo enseña el Bhagavad Guita, cuando habla
de los tres estados de la materia, los tres estados en que se pueden encontrar
nuestros cuerpos: inercia, dinamismo, equilibrio.
Nuestro peor estado es la inercia, no hacemos
nada, no servimos en ningún aspecto a la raza de los hombres. En este estado de inactividad, la pereza nos
domina y nos invade un sentimiento de futilidad. Son las personas que pasan
horas frente a un televisor o a alguna otra pantalla, sin casi pensar.
Cuando salimos de la inercia, entramos en el
movimiento, en el dinamismo, aquí también corremos el riesgo de hacer y correr
todo el día sin saber que estamos haciendo y porque y para que lo estamos
haciendo. Son las personas hiperactivas, que no encuentran tiempo para a
reflexión, para la meditación, para el reposo.
Cuando entramos en el equilibrio nuestro
movimiento es rítmico y nuestra vida se convierte en un Ritual donde tanto la
actividad como el reposo tienen lugar, donde hay tiempo para todo, hay tiempo
hasta para jugar y disfrutar de nuestros niños.
Hay un ritmo en el día, el amanecer y el
atardecer –cuando meditamos-, hay un ritmo en a semana, cada día está dedicado
el lunes a la Luna, el martes a Marte, el miércoles a Mercurio, el jueves a
Júpiter, el viernes a Venus, el sábado a Saturno y el domingo a Sol-Sunday-.
Hay un ritmo en el mes, el ciclo de la Luna donde celebramos, la Luna Nueva y
la Luna Llena y hay un ritmo en el año: los solsticios y los equinoccios.
Que el ritmo y el Ritual en nuestras acciones provoquen tal síntesis en nuestro Ser que seamos materia irradiada por el espíritu y espíritu inmerso en la forma, es nuestra plegaria.
Referencia: Marta Paillet
Facilitadora de Escuela Metafisica