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viernes, 5 de diciembre de 2014

COMPARTIENDO COMPRENSIONES


 
Hermanos!!!! Que sigamos tejiendo las redes que nos muestran activos en el Trabajo Uno.

Sin decaer, sin desmayar y con todo el amor sigamos atentos a esta fusión intensa entre Espíritu y Materia que es, en definitiva nuestra meta, nuestra vida. Hasta que nuestra forma -a la que llamamos nuestra vida-  que  es materia, este totalmente integrada y en perfecta síntesis con el Alma y la Monada, que es, en nosotros, el Espíritu.

Cuando los Maestros nos hablan de integrar la personalidad,  lo que nos quieren decir es que seamos capaces de pensar (cuerpo mental), sentir (cuerpo emocional) y actuar (cuerpo físico) en coherencia y equilibrio. A este proceso lo logramos armonizando y haciendo que trabajen, como uno, tres niveles de densidad de la forma, tres planos de sutilidad en la materia, nuestros cuerpos inferiores. Cuando logramos este paso los demás nos ven como una persona coherente y nuestra huella en la vida, está saturada de equilibrio. No estamos atrapados en la inercia que nos inmoviliza y nos sostiene en nuestras propias comodidades, y tampoco estamos corriendo de un lado a otro, sin parar, olvidados del propósito de nuestras acciones, en el hacer por el hacer mismo.

Esto lo enseña el Bhagavad Guita, cuando habla de los tres estados de la materia, los tres estados en que se pueden encontrar nuestros cuerpos: inercia, dinamismo, equilibrio.

Nuestro peor estado es la inercia, no hacemos nada, no servimos en ningún aspecto a la raza de los hombres.  En este estado de inactividad, la pereza nos domina y nos invade un sentimiento de futilidad. Son las personas que pasan horas frente a un televisor o a alguna otra pantalla, sin casi pensar.

Cuando salimos de la inercia, entramos en el movimiento, en el dinamismo, aquí también corremos el riesgo de hacer y correr todo el día sin saber que estamos haciendo y porque y para que lo estamos haciendo. Son las personas hiperactivas, que no encuentran tiempo para a reflexión, para la meditación, para el reposo.

Cuando entramos en el equilibrio nuestro movimiento es rítmico y nuestra vida se convierte en un Ritual donde tanto la actividad como el reposo tienen lugar, donde hay tiempo para todo, hay tiempo hasta para jugar y disfrutar de nuestros niños.

Hay un ritmo en el día, el amanecer y el atardecer –cuando meditamos-, hay un ritmo en a semana, cada día está dedicado el lunes a la Luna, el martes a Marte, el miércoles a Mercurio, el jueves a Júpiter, el viernes a Venus, el sábado a Saturno y el domingo a Sol-Sunday-. Hay un ritmo en el mes, el ciclo de la Luna donde celebramos, la Luna Nueva y la Luna Llena y hay un ritmo en el año: los solsticios y los equinoccios.

Que el ritmo y el Ritual en nuestras acciones provoquen tal síntesis en nuestro Ser que seamos materia irradiada por el espíritu y espíritu inmerso en la forma, es nuestra plegaria.
 
Referencia: Marta Paillet
Facilitadora de Escuela Metafisica