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sábado, 29 de marzo de 2014

La vasija

por Prem Rawat.

Cuando viajo y hablo a la gente, ¿cuál es mi reto? Por supuesto, lo que digo tiene que venir de mi corazón. No es un discurso escrito; no viene de un libro. Mi reto es que vacíes tu vasija. No se trata de decir cosas sabias, créanme. La gente piensa que voy a decirles algo que les ayudará; y al parecer así es, porque muchos me escriben contándome cómo les ha ayudado escucharme. Pero eso no es lo que intento hacer, porque yo no puedo meter sabiduría en la cabeza de alguien. Lo único que intento hacer es ayudar a las personas a vaciar su vasija.

Hay algo maravilloso que existe más allá de tu capacidad de imaginar. Yo lo llamo “la paz y la alegría” que residen en tu corazón. El cerebro es una cosa extraña. Intenta llenarse todo lo que puede. Si vemos un objeto que no hayamos visto nunca, nuestro cerebro se queda muy confundido, y su reacción es: “¿Qué es eso?”. La imaginación sólo te puede llevar hasta cierto punto. Pero en el ámbito del corazón, en el mundo de esa belleza interior, hay algo que es realmente divino, no porque lo hayamos hecho nosotros, sino por su propia naturaleza. No estoy hablando de hacer conjeturas. No voy a contestar a tus preguntas. Puedes estar seguro. Sólo seguiré insistiendo en que vacíes tu vasija y, cuando lo hagas, por fin habrás dejado sitio para las respuestas. Porque las respuestas están dentro de ti.

¿Lo crees? Vivimos en una sociedad en la que cuando queremos saber algo, buscamos la respuesta en Internet. Pero, ¿has encontrado tú la respuesta?

¿Dónde está la comprensión en este mundo? Ahora la gente es más culta que nunca. Todo el mundo tiene sus razones sobre por qué las cosas son como son. Pero comprender no consiste en razonar. En la comprensión lo esencial es lo que has entendido, lo que has sentido.

No se trata de predicar. Se trata de alcanzar y agarrar la respuesta y darse cuenta: “Sí, ahora comprendo”. Es lo que quiero para ti. No que digas: “Ahora me han dado la respuesta”. Eso no tiene sentido. Quiero que puedas decir: “Ahora comprendo. Ahora sé”. Así debe ser, porque ésa es la súplica de tu corazón.

Hay una oportunidad, una oportunidad sencilla, si puedes verla. ¿Cómo puedes verla? Vacía tu vasija. ¿Y cómo lo haces?

Es fácil. Simplemente empieza a deshacerte de todo lo que no es tuyo y te garantizo que tu vasija estará bien vacía.

Porque nada de lo que hay en ella es tuyo.

En tu vida, cuando te decían algo, tú contestabas: “De acuerdo”. Cada vez que estabas de acuerdo, se metía algo en la vasija, y eso ocurría una y otra vez. Desgraciadamente, la cosa ha llegado a un punto en el que ya no hay sitio para nada más. Está llena.

¿Qué hay en la vasija? Parte de todo lo que está pasando en el mundo. La gente se pelea a causa de Dios. Las naciones se enfrentan. Los seres humanos expresan su ira unos contra otros sólo por sus opiniones. Hemos creado un mundo en el que no decimos: “De acuerdo, nunca podremos imaginarnos a Dios. Simplemente, sintámoslo, respetémoslo y cantemos sus alabanzas”. No. No puede ser así de sencillo. “Atribuyámosle un sexo”. ¿Crees que Dios tiene que tener sexo? “Pongámosle unas manos”. ¿Acaso Dios necesita manos? Ese poder, esa energía que está en todas partes, que no viene de ningún sitio ni va a ningún sitio, ¿necesita piernas? Piénsalo.

Quizá te he inspirado a vaciar tu vasija. O tal vez te he transmitido la idea de que al menos la mires y veas lo llena que está. Mira a ver si puedes reconocer que esas cosas no son tuyas. Tú nunca las pusiste ahí. Son las voces de las personas que estaban antes que tú y te dijeron cómo tenía que ser. Y tú contestaste: “De acuerdo”.

No digo que eso esté bien o mal. Sólo digo que es tu vasija. Al menos, tendría que contener lo que tú crees que debería haber en ella. Porque en esta vida lo esencial eres tú. El regalo de la vida se te ha dado a ti. Cuando aceptas ese regalo, te llena de una alegría increíble, te trae una claridad incomparable. Y entonces tu vida se llena de gratitud, gratitud por estar vivo. ¿Podrías pensar en una historia mejor? ¿Puedes pensar en un final mejor para un día? ¿Se te ocurre un comienzo mejor para un día que sentirte lleno de gratitud? Es el regalo supremo.

Bendiciones de Luz,

Sylvia R.