"En el momento que actuáis, desencadenáis inevitablemente unas fuerzas determinadas que producirán también inevitablemente unos resultados determinados. Esta idea de la relación de causa y consecuencias es la que se halla primeramente contenida en la palabra « karma ». Fue posteriormente cuando la palabra adquirió el significado de pago por una infracción cometida. Se puede pues decir que el « karma » (en el segundo significado del término) se manifiesta todas las veces en las que un acto no ha sido inspirado absolutamente por la sabiduría y el amor divinos - lo que es el caso en la mayoría de las veces-. Pero el ser humano hace ensayos y es necesario que se ejercite. Estos ensayos son torpes, imperfectos, pero no es grave, debe corregirse, reparar sus errores, y evidentemente para ello debe padecer, sufrir.
Diréis: « Pero entonces, puesto que actuando se cometen necesariamente errores por los que se deberá sufrir para reparar, ¿no sería mejor no hacer nada? » No, hay que actuar. Evidentemente sufriréis, pero aprenderéis, evolucionaréis. y un día ya no sufriréis más. Cuando hayáis aprendido a obrar correctamente, cuando todos vuestros actos, todas vuestras palabras sean inspiradas por la bondad, la pureza y el desinterés, no generarán « karma », sino consecuencias benéficas.
Esto es lo que se llama « darma »."
Omraam Mikhaël Aïvanhov
"Un Maestro recibió un día la visita de un joven que quería convertirse en su discípulo. Comenzó pues la enseñanza y así fue la primera lección. El Maestro dijo al discípulo: « Vete a pasear por el cementerio e insulta a los muertos; escucha bien lo que te responden y luego vuelves a informarme. » El joven, obedeciendo, fue al cementerio y comenzó a caminar entre las tumbas insultando: ¡nunca los muertos de un cementerio habían oído algo semejante! Pronto, cuando se le acabó la inspiración, se detuvo para escuchar la respuesta: nada. De vuelta hacia su Maestro, tuvo que confesar que sus injurias no habían tenido efecto alguno, los muertos no habían reaccionado. « Oh, dijo el Maestro, quizás pensaron que tus insultos no merecían respuesta. Volverás al cementerio, pero esta vez, deberás elogiarlos. Ahora, sin duda, te responderán. » El joven regresó al cementerio, cambió de tono y lanzó a los muertos palabras muy halagadoras. Pero de nuevo nada, el silencio.
Verdaderamente muy decepcionado y sintiéndose culpable por no haber sido lo suficientemente elocuente, el joven regresó al lado de su Maestro: «Tampoco han reaccionado», le dijo. El Maestro le contempló sonriendo y respondió: «Pues bien, aprende que tú debes ser como ellos: aunque te maldigan o te alaben, esto no debe afectarte, no respondas.»"
Omraam Mikhaël Aïvanhov
Bendiciones de Luz y Amor,
Sylvia